Por / Jesús Avila Murillo /
HAY QUE DECIRLO. – Triste y lamentable lo que ocurre en nuestra Ciudad Mante, con el paulatino cierre de establecimientos comerciales.
Cierto es lo que algunos dicen; “unos se van, pero otros llegan”, sin embargo, son más los que se han ido, que los que han llegado.
También existe una gran diferencia, entre sentir la partida, o cierre de un antiguo comercio, cuyos propietarios, viejos conocidos, soportaron durante muchos años los vaivenes económicos de esta región y, ya no están con nosotros, han dejado la tierra que por mucho tiempo compartieron sintiéndose parte de ella.
Si, algunos nuevos establecimientos comerciales han abierto sus puertas en esta Ciudad, son gente nueva venida de otra parte, por los que no sentimos nada, gente que no conocemos los antiguos pobladores.
Es una situación extraordinaria que debe ser contenida a la de ya; no es posible que El Mante esté condenado a convertirse en pueblo fantasma.
En estos momentos, cuando están por iniciar las campañas políticas enfocadas a obtener el control del municipio desde la presidencia municipal, es oportuno que cada candidato exponga ante la ciudadanía mantense, el mecanismo o forma, en que habrá de trabajar para impedir el cierre de más establecimientos comerciales.
Creo que el ofrecimiento que se pudiera dar, relacionado con atraer inversionistas y abrir nuevas fuentes de empleo, es un tema demasiado trillado, por lo que las propuestas deben de orientarse a ofrecer, el cómo detener el desmoronamiento económico-social entre los antiguos y genuinos mantenses.
Un fenómeno social que casi nadie quiere ver, y que está presente en El Mante, de los viejos mantenses poco queda, es decir, no hay ya, más, nuevas generaciones, porque los descendientes hace mucho tiempo que abandonaron esta Ciudad, luego pues, las existentes nuevas generaciones son de personas desconocidas en su mayoría, que ningún aprecio sienten por lo bueno o malo que aquí ocurra.
Ahora bien, innegable es la presencia de esas generaciones que se dicen mantenses, por tener algunos años de llegar a radicar a esta Ciudad, lo extraordinario es; ¿si no hay apertura de nuevas fuentes de empleo, de qué viven esos nuevos habitantes de El Mante?
En este tenor, es prudente hacer la aclaración que no existe la mínima intención de herir susceptibilidades de nadie con este último comentario, y como a algunos les gusta mi frase, tengo que cerrar mi escrito con ella….NI MODO, HAY QUE DECIRLO…