HAY QUE DECIRLO. – Hoy voy a ocupar este espacio, para hacer mención de algo que a mi opinión personal, es justo dar a conocer sobre las particularidades que distinguieron en vida a mi ex patrón, ex maestro de fotografía y en los últimos años, mi amigo, me refiero a Vicente Gutiérrez Gámez (qepd), mejor conocido en el mundo social de El Mante como “Relámpago”.

Por necesidad de relato, deberé aludir a mi persona.  – En los albores de los años 60’s, recién concluida mi educación primaria, a causa de ser miembro de modesta familia tuve que salir en busca de empleo para coadyuvar en el sostenimiento de mis hermanos menores.

En esa época tuve la suerte de encontrar un ejemplar del único periódico vespertino de esta ciudad; El Eco del Mante, en su contraportada venía impreso un anuncio que decía: “Solicito jóvenes que sepan leer y escribir y que quieran ganar 30 pesos a la semana, acudir a Foto Relámpago, Hidalgo y Pedro José Méndez”.

Claro que esos textos fueron atractivos, de tal manera que al día siguiente me presenté a Foto Relámpago; pero, igual lo hizo casi una treintena de jóvenes más, todos con el mismo objetivo, ser empleados y ganar 30 pesotes semanales, que en aquellos años era un dineral.

Nos atiende de manera directa Vicente Gutiérrez Gámez, a quien dé inicio llamamos “maistro”.  – El maistro al ver ese gran número de solicitantes de empleo, se concretó a reunirnos en las afueras de su pequeño local comercial ubicado por la calle Hidalgo, al lado de aquella peluquería llamada “Los Angeles”.

Relámpago sacó una caja enorme y, de su interior, extrajo paquetes conteniendo la imagen del Angel de la Guarda debidamente encartulinada, formó grupitos de 20 imágenes cada uno y empezó a distribuirlos entre cada uno de los jóvenes presentes, no sin antes preguntarnos únicamente nuestro respectivo nombre.

Con el paquete de 20 imágenes del Angel de la Guarda en manos, Relámpago fue claro, deberán vender cada imagen en 1 peso, de ese peso, Ustedes obtendrán 20 centavos de ganancia.  – Así de simple, organizó grupos de nosotros y nos dio una ruta por recorrer, tratándose de las escasas colonias con que contaba El Mante en ese entonces.

Tocar la puerta de cada hogar mantense pretendiendo vender dicha imagen, vaya que fue toda una aventura, en la primera semana de trabajo escasamente me gané 2 pesos, aunque hubo algún compañero que ganó hasta 3 pesos.

El caso es que en menos de 15 días, quedamos solo media docena empleados de Foto Relámpago, siendo aquí cuando Vicente nos explicó, el por qué nos comisionó en esa tarea y dijo preguntándonos: ¿Saben por qué les mandé a recorrer la ciudad vendiendo esa imagen?  – Nadie respondió.  – Pues bien, dijo, el caso es que ahora, ninguno de Ustedes tendrá temor de hablar con la gente, con personas que no conocen.

Esa fue su primera clase.  – Aplicó una filosofía de enseñanza muy sui-generis.

Después de esa experiencia; Relámpago nos pasó a pizarrón en el interior de su negocio, para describirnos los componentes de una cámara fotográfica, enseñanza que se prolongó otro mes, complementada con la venta de fotos “quedadas”, de esas que en su momento no se vendieron y recibiendo una comisión de un peso por cada foto vendida en 5 pesos.

El siguiente paso de enseñanza sobre fotografía, Relámpago lo destinó a mostrarnos el sistema de revelado de impresión de fotografías en el laboratorio.

De ahí, a los nuevos prospectos a fotógrafos, nos dio la oportunidad de acompañarle a las bodas y quinceañeras, concediéndonos la oportunidad de vender las fotos captadas en esos eventos, ganando el mismo peso de comisión, pero tratándose de fotos recientes.

Una vez dejado atrás estos pasos, Relámpago, al que continuábamos diciéndole “maistro”, a cinco jóvenes de los que quedamos, nos entregó una cámara fotográfica con su correspondiente Flash electrónico y un rollo de película de 36 fotografías y nos dijo; muchachos es su momento, pongan el rollo en las cámaras, salgan a la calle, tomen las 36 fotografías del rollo que les entregué, las que salgan bien y vendan, el total de la venta será para cada uno de Ustedes.

Aquí presumiré; fui el único que solo perdió una placa de las 36 fotografías y vendí a 5 pesos cada una las primeras 35 fotos tomadas por mí.

Creo, esto me hizo ganar la confianza de mi maestro; siendo él, en esos años, el corresponsal de los periódicos tampiqueños El Mundo y El Sol, me invitó a ser quien le acompañará tomando las fotos de sus entrevistas periodísticas.

A partir de ahí, la espinita del periodismo me quedó clavada muy dentro, tiempo más tarde llegaría a esta ciudad Rafael Guevara Vargas (qepd), para hacerse cargo de la corresponsalía de El Sol de Tampico, también esas mismas fechas llegaría a esta ciudad Cid Bergman para ocupar la corresponsalía de El Mundo, de esa forma, Relámpago retornó de lleno a atender su negocio de fotografía.

Lo de menos sería escribir los nombres de compañeros de aquella época, a los que Vicente Gutiérrez Gámez mostró el camino de la honradez, el trabajo y la responsabilidad.

En lo personal, jamás dejé de guardarle gratitud por sus enseñanzas, por la oportunidad de tomarme en cuenta para hacerme partícipe de su legado…Descansa en Paz… Amigo Vicente… NI MODO, HAY QUE DECIRLO…