Ciudad Mante, Tamaulipas, México / Abril 18 de 2018 / MPE / Han debido transcurrir 68 años del fallecimiento de Chuck Wong Foon, para que se le rindiera un homenaje a su entrega de trabajo, visión de progreso e impulso por el desarrollo agrícola de esta parte del estado de Tamaulipas, a quien se debe considerar el padre del desarrollo económico de El Mante y su región.

Con modestia aparte, en publicaciones anteriores de este Diario Digital, se ha hecho referencia a la ingratitud y olvido de quienes en la actualidad viven de ese progreso que imprimió este personaje desde los años 20’s, dejando pasar inadvertida la presencia de ese emprendedor hombre de origen Chino; Chuck Wong Foon.

En esta fecha, siendo presidente municipal de El Mante el ingeniero Juan Francisco Leal Guerra, se le recuerda mediante la develación de una placa que lleva el nombre de Chuck Wong Foon, la que fue instalada en la secundaria “Moisés Sáenz Garza” del poblado El Limón.

A continuación, publicamos una vez más un documento que describe a ese connotado personaje extranjero:

Autobiografía de Chuck Wong Foon:

Traducida del inglés por el doctor César Méndez Osuna, nieto del General Gregorio Osuna Hinojosa.

Mi nombre es Chuck Wong Foon; nací en Hoy Ping, provincia de Kuantung, China, en 1,863. Dejé China para irme a Estados Unidos, llegando a San Francisco, California, el 22 de octubre de 1,875 para vivir con un tío. Fui enviado a una escuela (misión) para aprender inglés, que era dirigida por el doctor Lummis, quien posteriormente me llevó a su casa en el 1,550 de la calle Jones para trabajar como sirviente. Trabajé con el doctor Lummis por espacio de dos años hasta que un primo me encontró trabajo de mesero en el hotel Jackson, de la calle California. Allí fui bien visto por los clientes, lo que me trajo propinas considerables, por eso mi tío pensó que era demasiado dinero para un niño de mi edad y que yo debería ser supervisado, por lo que me regresó a la casa del doctor Lummis por tres años más.

La señora Stuart, que era una pariente del doctor Lummis, era muy gentil y considerada conmigo y nunca se olvidó de mandarme a la escuela. Permanecí en casa del doctor Lummis hasta 1,881, cuando decidí regresar a China para visitar a mis familiares. Salí de San Francisco el 5 de octubre de 1,881 a bordo del S. S. Garrik y después de una visita corta de cinco meses en China regresé a San Francisco el 15 de abril de 1,882. A mi regreso mis parientes me propusieron empezar un negocio ya que yo hablaba muy bien el inglés, cosa que no acepté porque no estaba de acuerdo con las costumbres y las prácticas de los chinos en esa ciudad.

Tratando de alejarme de la mala influencia del ambiente de San Francisco y en especial de Chinatown, decidí pedir prestada una pequeña cantidad de dinero a uno de mis primos, con la que me trasladé a Texas. En es época la Compañía de Trenes Southern Pacific estaba construyendo la línea de Los Ángeles a San Antonio, Texas.

Llegué a El Paso, Texas, en 1,883, donde encontré trabajo como cocinero por seis meses. No solo pude ganar dinero para pagarle a mi primo sino también para enviar a mis padres en China. Un día conocí a un joven que trabajaba en Valentine, Texas, quien me propuso fuéramos a Del Río o a San Antonio para empezar un trabajo que él iba a financiar.

Dejé El Paso en julio de 1883 para ir a San Antonio, pero antes nos detuvimos en Del Río para valorar las posibilidades del negocio en esa ciudad. Caminando por una calle fui detenido por un extraño (Richard Lombard), quien me preguntó que era lo que hacía, explicándole nuestras intenciones de establecer un negocio en San Antonio o Del Río. El señor Lombard nos sugirió que Eagle Pass era un mejor lugar para lo que nosotros queríamos. Él ofreció llevarme, lo que acepté, trasladándonos al día siguiente. Encontré que Eagle Pass era un pueblo fronterizo con 3,000 habitantes, la mayoría mexicanos. Tenía una tienda general cercana a la vía del ferrocarril y muchas tiendas grandes en el patio del ferrocarril. Estando caminando por la tienda, el gerente se me acercó y me ofreció trabajo como cocinero en el restorán del señor Monroe. Este era un contratista de Los Ángeles, California, que formó el restorán para dar servicio a los trabajadores de la International R. R. Company, construyendo las vías del ferrocarril de Piedras Negras a Sabinas, Coahuila. Encontré muy placentero mi nuevo trabajo, lo que me dio, al mismo tiempo, oportunidad de empezar a aprender el español. El trabajo del restorán fue muy próspero, por lo que el señor Monroe decidió agrandarlo. Me propuso encontrara un buen lugar en el centro del pueblo para abrir otro. Encontré la oportunidad de comprar un hotel (Hotel Central), que costó $700.00. Pero el trabajo era muy pesado para una persona y mandé traer a uno de mis primos a San Francisco y al mismo tiempote notifiqué a mi amigo de Valentine, Texas, lo que estaba haciendo y él me pidió que le encontrara trabajo para dos primos. Yo inicié a estos dos campesinos en el trabajo de la lavandería, al mismo tiempo que le propuse al señor Luis Lana que me construyera una pequeña casa al lado del restorán para ese propósito. La casa que el señor Luis Lana me hizo resultó muy grande para una lavandería, por lo que decidí hacer una tienda en parte de ella, de curiosidades y manualidades chinas y japonesas.

En 1,885 hice mi aplicación para la residencia americana pero no fui aceptado. En 1,886 vino un americano y su familia a mi hotel; venían de Chihuahua, México, y se interesaron en comprarme el negocio, que decidí vendérselos en $1,200.00. Con este dinero pensé en irme a México. En ese tiempo la International R. R. Company ya había avanzado 250 kilómetros al sur del Río Grande. Llegué a México y empecé a vender productos de China y de Japón a todos los pueblos y villas a lo largo y cercanos a la vía del ferrocarril.

En San Buenaventura, Coahuila, conocí al señor don Miguel Cárdenas, quien después de algunos años se convirtió en Gobernador de Coahuila. Fue muy buen amigo y me ayudó en muchas de mis empresas y negocios.

La casa proveedora Kim Lung Company en San Francisco, era la que me surtía del material; me ofreció una posición dentro de su firma, por lo que me invitó a reunirme con ellos. Esta compañía iba a abrir una oficina (sucursal) en Los Ángeles, California, y me ofreció el puesto de Gerente General, pagándome $60.00 mensuales y 5 % de comisión por ventas anuales. No me gustaba la idea de trabajar bajo el mando de otra persona, por lo que rehusé la oferta. Regresé a Eagle Pass y continué con mis trabajos pendientes.

En 1,887 me fui con mi trabajo a Torreón, Coahuila, a 625 kilómetros al sur de Piedras Negras. El objeto de mi viaje era continuar con el negocio del hotel de las estaciones del ferrocarril en Torreón, cosa que no sucedió y continué con mis ventas de artesanías hasta octubre de 1,889, cuando decidí visitar China por segunda ocasión. Allí estuve diez meses y a mi regreso a Eagle Pass en 1,890, encontré que la compañía Coahuila Coal Co., en San Felipe, Coahuila, necesitaba personal para trabajar en las minas. Yo sabía que los trabajadores chinos que construyeron el ferrocarril de Tehuantepec habían sido despedidos y buscaban trabajo, por lo intervine con el Gerente, señor L. M. Johonson y logré una comisión al darle empleo en las minas a 100 chinos. Fui a México por 3 semanas donde recibí la noticia del señor Johonson diciéndome que estaba satisfecho con el trabajo de los chinos y me dio instrucciones para que le consiguiera más. En el espacio de 2 años en que trabajé con la Coahuila Coal Co., tuve bajo mi supervisión alrededor de 400 mineros. Estuve satisfecho por 3 años con mi trabajo de contratista y supervisor de los mineros chinos, hasta que una piedra se desprendió escapando por muy poco de ser aplastado por ella, lo que me hizo pensar que a los 31 años de edad era muy pronto para arriesgar mi vida en esas condiciones, por lo que dejé el trabajo.

En noviembre de 1,893 vine a Torreón porque me dijeron que había un hotel que se vendía. Lo compré y conseguí un contrato con 2 compañías ferrocarrileras: la Central Railroad y la Mexican International Railroad Co., por 5 años.

Torreón era un pueblo nuevo y yo tenía problemas para conseguir el material para la cocina de mi hotel. Para resolverlo empecé una granja de hortalizas, que fue la primera de ese tipo en Torreón y sus alrededores.

Mi negocio del hotel creció rápidamente y por si solo agarró fama y reputación con los trabajadores y los pasajeros del ferrocarril. Los ejecutivos del mismo empezaron a notar mi capacidad como administrador y me ofrecieron dos hoteles más del ferrocarril, uno en Sabinas y otro en Jarral, Coahuila. En 1,896 me dieron un contrato para manejar también el hotel de Piedras Negras.

Para 1,901 ya manejaba 6 hoteles del ferrocarril a través del Sistema Mexicano Internacional de Ferrocarriles. El negocio de los hoteles floreció por varios años hasta 1,911, cuando empezó a declinar a causa de la revolución mexicana.

En 1,895 me casé con una mexicana, la señorita Cristina Vega, de Tampico, Tamaulipas; con ella formé un hogar en la calle Washington en Eagle Pass, Texas, mudándonos posteriormente a Piedras Negras, ya que la mayoría de mis negocios estaba en México. Tuvimos 9 hijos, el primero nació en Eagle Pass y el resto en Piedras Negras.

En 1,904 fundé en Monclova una escuela llamada Yeu Mae para mis hijos y los hijos de otros chinos. El plan de estudios incluía el aprendizaje de chino, inglés, español, matemáticas, gramática, historia, geografía, música y educación física. La primera banda de música de metales china fue organizada con alumnos de nuestra escuela.

En 1,910, durante la celebración del centenario de la Independencia de México, fuimos invitados por la representación china para participar como parte de este evento en la ciudad de México. La banda tomó parte activa en muchos desfiles y actuó en muchos parques de la ciudad. El 22 de septiembre de ese año el Presidente don Porfirio Díaz y su esposa dieron una recepción especial para los miembros de la escuela en el castillo de Chapultepec, dándoseles un reconocimiento por su trabajo en la educación de México.

En 1,911 cuando Francisco I. Madero inició la revolución, la situación se volvió muy crítica, obligándonos a cerrar la escuela, teniendo que mandar a los estudiantes a sus casas. En ese tiempo yo tenía a 4 de mis hijos en la escuela, por lo que los mandé a nuestra casa de Piedras Negras, a fin de que continuaran sus estudios en una escuela pública de Eagle Pass.

La Compañía Carbonera La Agujita me dio una concesión en 1,908 para poner una tienda general, con una sucursal en Lampacitos, Coahuila. El negocio fue excelente pero fue destruido en 1,914 por las fuerzas revolucionarias.

En junio de 1,896 dos representantes de una compañía arrocera de Beaumont, Texas, vinieron a México para ver una opción que su compañía tenía sobre tierras agrícolas en el municipio de Quintero, Estado de Tamaulipas. Encontraron que estas tierras estaban a más de 60 kilómetros de la vía del ferrocarril más cercana, por lo que buscaron una persona para que fuera a ver el lugar, hiciera un plano y un reporte de. El  señor J. A. Robinson, Gerente de la Compañía Ferrocarrilera del Golfo de México, me recomendó a mi y consiguió una entrevista con ellos en Monterrey. Acepté la oferta y encontré que esta tierra era muy fértil y con las condiciones climáticas adecuadas para el cultivo del arroz. Una de las cosas que más me impresionó, era que estaba rodeada de cinco ríos, llamados Guayalejo, Sabinas, Frío, Comandante y Mante, en un radio de 20 kilómetros y con un volumen de aproximadamente 20 metros cúbicos por segundo.

Pensé en las grandes posibilidades que tenía esta parte del país para convertirse en una zona agrícola. Después de enviar el reporte a la arrocera encontré que ellos habían perdido el interés en la compra por lo lejos que estaba el ferrocarril. Posteriormente el Gobierno de Tamaulipas ofreció en venta los derechos de agua de estos 5 ríos mencionados, por lo que fui a ver a mis viejos amigos de San Buenaventura, Coahuila, entre ellos don Miguel Cárdenas, que en ese tiempo era Gobernador del Estado, con el que conseguí un financiamiento para comprar el 40 % de las tierras irrigables de la cuenca del Río Mante. Al mismo tiempo compré para mi mismo parte de los derechos de agua del Río Mante y 500 acres de tierra agrícola y contraté al ingeniero civil norteamericano J. C. Abbot para que hiciera un levantamiento del terreno, lo que le tomó tres meses para terminarlo.

El 2 de julio de 1,897 tomé un grupo de 32 chinos para trabajar en la propiedad que estaba a 50 kilómetros de la vía del ferrocarril, a la que nombré Hacienda El Cantón. Empecé a desmontar y formé 12 kilómetros de zanjas (canales) a pico y pala para traer agua del Río Mante a mis tierras. El primer cultivo que trabajé fue la caña de azúcar, el segundo el arroz. Después de 3 años empecé a importar maquinaria para hacer azúcar moreno (piloncillo) y para limpiar arroz.   Según fue creciendo mi área de cultivo, crecieron también mis necesidades de irrigación, por lo que me vi en la necesidad de hacer una represa en el Río Mante de 11 pies de profundidad y 91 pies de ancho, lo que me dio suficiente agua para regar mis tierras. En un principio obtuvimos un promedio anual de 270 toneladas e piloncillo y 200 toneladas de arroz; posteriormente incrementamos la producción hasta 650 toneladas de piloncillo y 400 toneladas de arroz. Instalé una caldera de 125 caballos de fuerza para la fábrica de piloncillo y adquirí un tractor de vapor para preparar la tierra para los cultivos. El tractor que tuvimos en la hacienda El Cantón fue el primero de ese tipo en 300 kilómetros a la redonda.

Desde 1,918 a 1,926 exportamos los vegetales hacia Estados Unidos para cubrir el mercado de invierno. A pesar el clima y las tierras favorables para la huerta, nuestra hacienda tenía la desventaja de estar muy lejos de las vías del ferrocarril, lo que nos hizo desistir de continuar con las hortalizas.

En 1,912 se vino el “boom” del petróleo en Tampico, que está a 150 kilómetros de la hacienda. A raíz de esto un gran número de geólogos americanos llegaron a estudiar la hacienda y los terrenos aledaños. Una de las compañías petroleras se interesó en comprar mi propiedad y arreglaron una entrevista del Gerente de esa compañía conmigo en la hacienda. El mismo día de la cita las fuerzas de Francisco I. Madero capturaron Ciudad Juárez, Chihuahua, por lo que algunas compañías descartaron la idea de hacer inversiones en México.

Mi convicción del gran futuro de las tierras de El Mante se hizo más fuerte año tras año, lo que me hizo estar alerta para encontrar cualquier oportunidad de desarrollo. Hablé con políticos y civiles influyentes acerca de ese gran futuro sin poder encontrar a alguien que estuviera de acuerdo con mis puntos de vista. En 1,919 invité a un grupo de generales y políticos mexicanos adinerados a mi hacienda, para que pasaran unas vacaciones cortas; entre ellos estaban los gobernadores de los estados de Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila y los generales Pablo González, Gregorio Osuna Hinojosa, Francisco Munguía y otros políticos influyentes de aquellos tiempos. Un día después, en una comida informal, me dijeron que no tenían idea de la riqueza de esta parte del país, por lo que decidí darles una plática tratando de impresionar a mis huéspedes sobre el gran futuro de la región de El Mante. A pesar de mi mal español y de no ser literalmente muy elocuente, me sorprendí del interés de mis invitados por ayudarme a expresarme mejor. Traje mi colección de mapas y les expliqué con detalle como quería empezar la construcción de una fábrica de azúcar. Mis invitados se entusiasmaron con mi plan y estuvieron de acuerdo en comprar tierras para el cultivo de la caña. En ese tiempo el 40 % de las tierras irrigables de la región de El Mante estaban a mi nombre, pero el verdadero propietario era el licenciado Miguel Cárdenas.

Le propuse a él vender las tierras y 6 meses después la región de El Mante estaba en propiedad de sus nuevos dueños, que eran los políticos y los generales que habían estado en mi hacienda.

En marzo de 1,920 fui a la Ciudad de México a visitar a mi amigo, el Presidente Venustiano Carranza para convencerlo de extender una vía del ferrocarril hasta esta región.

El Presidente estuvo de acuerdo con mi idea y me dijo que en cuanto terminaran los trabajos del ferrocarril de Cuatro Ciénegas, Coahuila, a Sierra Mojada, Chihuahua, empezaría con los que yo le pedía para esta región de El Mante.

Regresé a la hacienda El Cantón con grandes esperanzas, pero desafortunadamente el Presidente Carranza fue asesinado por sus oponentes el 20 de mayo de 1,920 y mis planes se despedazaron. No fue sino hasta 1,926 cuando vi una nueva oportunidad de desarrollo para la región de El Mante, cuando el Presidente Plutarco Elías Calles desarrolló un plan para construir presas por todo el país, para aumentar los recursos agrícolas.

Sucedió que un hijo del Presidente Calles vino a la hacienda San Rafael, del general Aarón Sáenz, que estaba a 6 millas al norte de la mía. Lo invité a comer a mi hacienda para tener la oportunidad de platicarle del futuro de la región. En ese tiempo estaba cosechando tomate para enviar a Estados Unidos y había en la hacienda un gran número de empacadores profesionales americanos trabajando en ella. Mi invitado quedó grandemente impresionado con la actividad de mi huerta.

La razón de la invitación al hijo del Presidente Calles era para que llevara noticias a su padre y al licenciado Aarón Sáenz, que era un prominente miembro del gabinete del Presidente Calles.

Unas semanas después invité al licenciado Aarón Sáenz y al general Gregorio Osuna Hinojosa a comer y en la sobremesa aproveché la ocasión para enseñarles mi colección de planos de la región, con lo que los convencí de que la región de El Mante era muy rica y con gran futuro en la agricultura. Les sugerí que le llevaran estas ideas al Presidente Calles. Yo estaba seguro de que ellos podrían convencerlo, ya que uno era miembro del gabinete y el otro un amigo cercano.

Le presté los planos al licenciado Sáenz para que los mostrara al Presidente y le dije que si él consideraba que no tenían valor, los podía destruir. Mis dos invitados quedaron pasmados y no dijeron ni palabra. El licenciado tomó los planos y al día siguiente se fueron.

Unos días después recibí un telegrama del general Osuna que me invitó encontrarlo en la estación del ferrocarril (el original no dice a que estación se refiere). Cuando llegó se veía contento de verme y me dijo que me tenía una gran sorpresa. Me contó que había estado con el Presidente Calles en su hacienda de Soledad de la Mota, Nuevo León, y le había contado sobre el futuro de desarrollo de la región. Me dijo que el Presidente Calles había recibido la idea con agrado y le pidió que lo acompañara a la Ciudad de México en los próximos días, para entrevistarse con el jefe de la Comisión Nacional de Irrigación.

El general Osuna tenía temor de no poder cubrir todos los puntos importantes sobre el desarrollo de la región, por lo que me invitó a irme con él a Monterrey, y durante todo el camino discutimos ampliamente los puntos más importantes, tomando cuidadosas notas.

Unas horas después de llegar a Monterrey, el general Osuna abordó el tren presidencial y se fue a México con el general Calles.

Regresé a la hacienda con grandes esperanzas. Exactamente diecisiete días después de dejar al general Osuna, recibí un telegrama invitándome a encontrarlo nuevamente en la estación del ferrocarril. (En el original tampoco dice en cual estación. Suponemos que se refiera a Estación Osorio, en la vía Monterrey – Tampico, ahora llamada Estación Calles).

Me encontré al general Osuna acompañado de un ingeniero de la Compañía Constructora J. G. White de Nueva Cork; me sorprendió que el ingeniero viniera a hacer un estudio de viabilidad para construir una presa en el Río Mante para irrigar la región. Al día siguiente me fui con el ingeniero para recorrer el nacimiento y los terrenos circundantes. Posteriormente me solicitó 15 trabajadores para empezar los trabajos topográficos, con lo que consideré que en ese momento se daba inicio a la construcción de la presa.

Al final de 1,927 la presa del Río Mante estaba terminada, incluyendo una red de 206 kilómetros de canales de riego para regar 110,000 acres.

Las plantaciones de caña de azúcar dieron inicio y la formación de la Compañía Azucarera también se inició. Se empezó también una línea de ferrocarril (conectando la estación antiguamente llamada Osorio y ahora llamada Calles, de la línea Tampico – Monterrey, con la vía Tampico – San Luis Potosí, a la altura de Guerrero, hoy Tamuín. Nota del traductor).

La carretera Nacional de Nuevo Laredo, Tamaulipas, a México, D. F. se empezó a construir en 1,927. La Compañía Azucarera se terminó en 1,929 con el señor Hanselman como Gerente General. Bajo su mandato se realizó la primera zafra de prueba. En ese momento se consideró que El Mante y la región era uno de los centros azucareros más importantes del país.

La Compañía Azucarera generó 500 empleos y las plantaciones de daña de azúcar 5,000. Esto realmente fue un sueño que se convirtió en realidad después de 36 años de que vi por primera vez estas tierras y en ese momento tuve la certeza de que iba a ser un centro agrícola próspero.

La Compañía Azucarera del Mante trabajó eficientemente con grandes cambios año tras año, hasta que se convirtió en la fábrica más moderna y eficiente de México.

En 1,936 el Presidente Lázaro Cárdenas la expropió afectándola para convertirla en Cooperativa. La Compañía llevó el caso a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, tratando de que el Gobierno pagara a los dueños de la empresa y a los dueños de las plantaciones. El veredicto fue favorable para los propietarios y dictaminado en 1,943, obligando a regresar la fábrica o a pagar por ella. El Gobierno optó por el pago teniendo que pagar veintidós y medio millones de pesos a los propietarios. La Compañía Azucarera del Mante tuvo que pagar ocho y medio millones de pesos al banco que la había refaccionado con dinero para la instalación del ingenio y tres millones de pesos a los abogados que manejaron el caso. El resto de once millones de pesos fue dividido entre los accionistas de la Compañía Azucarera del Río Mante, conforme a las aportaciones de cada uno.

Después de los efectos de la Ley de Expropiación me quedaron solamente 106 hectáreas de tierra a mi nombre; por miedo de que me las expropiaran estas también las vendí a un general mexicano, dando por terminada la hacienda El Cantón.

Ahora vivo en mi hacienda El Limón, Tamaulipas, una pequeña propiedad de 124 acres a la orilla del Río Guayalejo. Siembro frutas tropicales y una pequeña hortaliza.

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