Ciudad Mante, Tamaulipas, México / Enero 05 de 2019 / MPE / Si algo se ha perdido entre los mantenses es, la sensibilidad humana, de tal manera que el infortunio en otros semejantes no impacta, ni conmueve a nadie.

Entre esas decenas de miles de personas que habitamos en El Mante, deambulan casi una docena de hombres y mujeres extraviados en sus facultades mentales, nadie sabe quiénes son, de dónde vinieron, quién los trajo, o simplemente que hacen aquí.

A diario, nos cruzamos con algunos de ellos, los vemos sucios, malolientes, vistiendo andrajos, ignoramos si tienen hambre o sed, pero jamás nos atrevemos a preguntarles cuáles son sus necesidades, lo más prudente, es mantenernos alejados de ellos.

A esos hombres y mujeres con pérdida de razón, generalmente se les encuentra en el primer cuadro de la ciudad cercanos a cualquier negocio expendedor de alimentos, en espera del obsequio de un mendrugo con el cual paliar los reclamos de sus estómagos.

También es común encontrarlos acostados en cualquier banqueta, o en las bancas e instalaciones de la plaza principal, ellos jamás abandonan el sector comercial de El Mante.

La obligada adopción que de ellos se ha hecho, es considerarlos parte del folclor urbano mantense, escasa es la ayuda que reciben de generosas personas y, no obstante, sobreviven y ahí están, en cualquier pórtico del cualquier negocio.

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