HAY QUE DECIRLO. – «Añoranza; solo eso». – N. del A. El tema de este comentario no conlleva a critica alguna, se trata de un vistazo en retrospectiva a épocas que me tocó vivir como mantense nacido en este terruño tamaulipeco.
Dejamos correr en libertad esos recuerdos, en los que tuve oportunidad de disfrutar de una Ciudad Mante que consideré tendría un futuro mejor.
Había rescoldos de los años 30, Mante, Ciudad joven, se vivía en plenitud el resultado de un trabajo tesonero de su gente, avizorando un firme desarrollo económico con el auge de la explotación programada de la horticultura y la fecunda producción azucarera del otrora Ingenio del Mante.
Ya en los años 40, en el panorama futurista de la Ciudad se observó una notable expansión demográfica, se tuvo el arribo de cientos de familias que venían en busca de una vida mejor, ya que el Mante ofrecía en aquella época grandes oportunidades de trabajo; sobre todo en el campo y en la factoría azucarera.
Es aquí, donde nuestro recuerdo nos permite hacer comparaciones, entre aquella época a partir de los años 40, hasta los 60’s, con la época actual del siglo XXI.
Como tierra privilegiada por naturaleza, El Mante se ve favorecido por contar con un manantial de agua, cuyo caudal da forma al Río Mante, permitiendo la construcción de extensa red de canales de riego para cañaverales.
En los años 40, 50 e inicios de los 60’s, una gran mayoría de los mantenses podía disponer para beber y uso doméstico, de las aguas que portaban los canales de riego. – Esas aguas cristalinas no representaban ningún riesgo para la salud, los cauces de los canales de siempre lucían limpios, sin acarrear basura de ningún tipo de en sus corrientes.
Aquellos mantenses de esas épocas, con escasa o nula formación escolar, pero poseedores de grandes valores de educación mamada en el seno familiar, de inquebrantable respeto para todo y para todos, de forma natural, eran los permanentes vigilantes del cuidado de su entorno.
Con la operatividad productiva de lo que fue la Sociedad Cooperativa del Ingenio del Mante, se contaba con un apartado destinado al Distrito de Riego, dependencia que contaba con numerosas cuadrillas de trabajadores, cuya labor estaba enfocada exclusivamente al mantenimiento permanente de los márgenes de cada canal de riego, a través de agotadoras jornadas de desmalezamiento, también, contando con la utilidad del equipo mecánico necesario, periódicamente se cumplía con el dragado de los canales.
Todo eso ocurrió mientras el Distrito de Riego dependió de la Sociedad Cooperativa de Ejidatarios y Obreros del Ingenio del Mante, porque una vez que se convierte en organismo autónomo, las cosas cambiaron, se descuidó notablemente el necesario mantenimiento de la red de canales.
Adentrados en los primeros años de la década de los 60’s, El Mante con una población flotante que fue atraída por el efímero auge algodonero, dejó constancia de su presencia en esta Ciudad, al crear grandes focos de contaminación, nacen basureros clandestinos por doquier, las antes aguas limpias de los canales empezaron a acarrear todo género de deshechos, hasta cadáveres de perros.
Qué no decir del alto grado de contaminación ambiental que produjo la desaforada aplicación de agroquímicos en el campo para combatir las plagas en los sembradíos de algodón.
Se inició pues, la decadencia de respeto al entorno natural de cada asentamiento humano, de la red de canales, de los lugares destinados para el esparcimiento, etcétera.
Hoy en día, es necesario que la ciudadanía realice trabajos de limpieza de los canales de riego, cuando esto, es labor que compete expresamente al Distrito de Riego.
Hoy en día, se requiere de la programación de una especial fecha para el cuidado del medio ambiente, cuando esto, debe ser permanente y cada ciudadano responsable debe respetar y aportar lo necesario para vivir en un aceptable ambiente de salud… NI MODO, HAY QUE DECIRLO…