El Mante, Tamaulipas,  México / Diciembre 04 de 2024 / Comentario publicado el 14 de marzo de 2013.

HAY QUE DECIRLO. – Sobrevivir en un mundo hostil, donde eres considerado figura pública por tu profesión de informador, es decir, tú estás a la vista de todos, de tal forma que siempre hay ojos que te miran, que critican, que saben todo de ti.  – En desventaja total nos vemos, porque no es lo mismo un par de ojos para observar y grabar la fisonomía de miles de personas que a diario cruzan por tu camino, a que sean miles de pares de ojos los que se posan en un solo actor, en este caso el periodista.

  Del comunicador se sabe donde reside, con quien vive, si tiene o no familia, quienes son sus amigos, cuánto gana, que come, cuales son distracciones y gustos, etcétera.  Aun ejerciendo el periodismo de investigación, la capacidad del informador solo le podrá conducir a saber todo de algún personaje en quien la opinión pública guarda interés, por ejemplo un político destacado del momento, a quien se le respetará siempre su vida privada, hasta ahí, de manera personal, dedicado solo al trabajo informativo exento de violencia, resulta harto difícil conocer, distinguir, saber quién o quienes forman parte de la delincuencia local, por lo que llegado el momento, resultamos presa fácil de estos enemigos sociales.

  Con 65 años de edad, 52 de ellos inmerso o involucrado en esta profesión de periodista provinciano de México, ningún nexo guardamos, tenemos o sostenemos, ni es nuestro deseo tener la más mínima aproximación milimétrica con esta variedad de seres humanos, no existe nada que nos aproxime, que les altere, por supuesta presunción de que nuestra senda ha cruzado, o está próxima cruzar por donde ellos transitan, nada de eso.

  La vida con sus altibajos nos impidió cursar una carrera universitaria, así que nos abrimos paso con esfuerzo y mucho tesón, hemos corrido cuesta arriba tras la meta que nos trazamos y, que consistió, consiste y consistirá, en luchar diariamente, para que cada día no nos falte un pan que llevarnos a la boca, no hay más ambición que la de sobrevivir honestamente.

  Con sudor, lágrimas y mucha entereza, para sustraernos de las tentaciones ordinarias (fiestecitas, vacaciones, entre otras), hemos forjado exiguo patrimonio familiar, para nosotros la modesta casa de INFONAVIT que aun estamos pagando desde hace 22 años, es un palacio, la camioneta modelo-86 que poseemos, es nuestra limusina, más recientemente, apretando un hojillo más el cinturón, logramos obtener un crédito en Salinas y Rocha, para adquirir una de las populares motocicletas Italika, sería este vehículo de dos ruedas, el que atraería la atención, de la contemporánea variedad de seres humanos que han invadido nuestro modestísimo hábitat.  – Con disimulada aproximación mero al mediodía, al circular por una de las calles de la zona urbana de nuestro amado Mante, hombres jóvenes, tatuados, de tez morena, vestidos a la actual usanza, playera, gorra, pantalón flojo y zapatos tenis y una mochila colgada al hombro descansando sobre sus piernas, montados en otras motocicletas, de pronto increpan, ¿de quién es la moto? ¿Para quién trabajas? ¿A quién conoces de la rasilla que anda jalando? ¿Necesitamos tu moto pa’jalar? Uno de los individuos que viaja de copiloto amaga con sacar algo de la mochila que porta, aceleramos nuestro vehículo intentando el escape, ellos hablan por celular, metros más adelante, sale de pronto una camioneta, para evitar estrellarnos, provocamos un derrape, todo ocurre en centésimas de segundo, personas conglomeradas frente a un carretón de tacos, testigos de la aparatosa caída, ofrecen ayuda al periodista, no fue necesaria, pero se apercibieron de la huida de los perseguidores, así como de la rapidísima huida de la camioneta interceptora. – Preguntamos; ¿qué mal hemos hecho? ¿Por qué debemos ser víctimas inocentes y calladas de estas embestidas delincuenciales, en nuestra propia casa, a plena luz del día?   – Nada les hemos hecho, nada les hemos quitado, no les hemos ofendido, ni les conocemos, ni es nuestro deseo conocerles.

  He intentado describir un suceso real vivido este mediodía 14 de marzo de 2013, aparte del temor vivido, también somos presa de la incertidumbre, logramos escapar milagrosamente sanos y salvos, ellos se vieron frustrados por no lograr el despojo de nuestro vehículo de dos ruedas. – Como lo menciono en líneas anteriores, a nosotros se nos conoce, saben donde vivimos, etcétera.  ¿Habrá alguna autoridad que pudiese brindarnos y de garantizar nuestra seguridad? Nuestro más ferviente deseo es no llegar a convertirnos en un número más, de víctimas inocentes que incremente las cifras en las estadísticas que ya existen… COMO VIVIMOS… La hostilidad permanente, hará sucumbir en algún momento, cualquier viso de sobrevivencia de seres inocentes (nosotros)… ARIGATO GOZAIMASTA… (Gracias por Enseñarme)…