Ciudad Mante, Tamaulipas, México / Julio 12 de 2018 / MPE / El dramatismo de una vida de miseria, lo enfrentan cotidianamente muchos seres humanos en condición de calle, ya sea por padecer problemas mentales, de rechazo social, abandono de familia, etcétera, el caso es que, con todo y sus deficiencias físicas, mentales, económicas o morales, siguen siendo seres humanos en desgracia.

En El Mante se ha adoptado a un buen número de personas que acusan los descritos padecimientos, de manera natural se le ha incluido al folclor urbano, es decir, su diaria presencia en la calle, fuera de restaurantes, de establecimientos comerciales, en la plaza principal, en el pórtico de la iglesia de Guadalupe o de la presidencia municipal, ha hecho que nos acostumbremos a verlos, hombres y mujeres malolientes, vistiendo andrajos, arrastrando sus pertenecías, pero lo más notorio es que; no nos importa un carajo su situación.

Es obvio que como ciudadanos comunes siendo víctimas de nuestros propios problemas, ignoremos los problemas ajenos.

Sin embargo, hay autoridades que manejan recursos de programas oficiales que bien les pueden permitir brindar un poco de atención o ayuda a esos seres humanos en condición de calle, a esos simples seres humanos en desgracia.

Nada de eso ocurre en El Mante, aunque existen institutos políticos, un gran número de asociaciones civiles, otras tantas organizaciones religiosas y unos más organismos civiles.

Nuestros “loquitos”, o “enfermitos”, esos hombres y mujeres que sobreviven de la mendicidad, a ellos, nadie voltea a verlos, nadie les tiende la mano, hay una mujer que destaca en este grupo de seres humanos olvidados, hoy en día luce famélica, acompañada de un fiel perrito, la observamos desfallecida por diferentes rumbos del primer cuadro de la Ciudad, creemos que agoniza día a día ante nuestra indiferencia.

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