Ciudad Mante, Tamaulipas, México / Junio 29 de 2019 / JAM / Los barandales del puente sobre la avenida Juárez, en su cruce con lo que fuera la calle Pablo L. Sidar, hoy conocida como bulevar Manuel Cavazos Lerma, fueron y son testigos mudos de grandes historias, dramáticas algunas, picarescas o divertidas otras, pero al fin historias, en donde sus protagonistas fueron aquellos viejos mantenses trabajadores, de temple a toda prueba, impelidos por la miseria económica familiar.
Huelga decir que este puente, fue el primero sobre el conocido canal lateral Juárez, y eso, debido a que la avenida Juárez fue la continuidad de la carretera federal #85 México-Laredo, también conocida como la carretera Panamericana, por lo que esta importante vía de comunicación cruzaba por media ciudad, siendo de ambos sentidos su tráfico vehicular.
En fin, esos fueron solo datos de referencia, para el tema que se tratará en estos textos.
Desde los tiempos de Villa Juárez, incluso se dice que; antes del establecimiento del Ingenio Mante, para salir en busca de trabajo, el puente de la calle Juárez fue escogido como punto de reunión de forma espontánea por los jornaleros mantenses.
Poco antes de las 04:00 horas de cada día, empezaba el arribo de aquellos hombres, jóvenes e incluso menores de edad, quienes con morral al hombro, un machete, un azadón, un rastrillo, una pala, o un hacha, esperaban que aparecieran las camionetas, cuyos conductores les llamaban ofreciéndoles diversos trabajos, de ahí que la portación de diferentes herramientas se ajustará a una específica labor a desarrollar por aquellos mantenses dedicados al jornal.
Esos mantenses eran contratados por un jornal diario, no recibían ninguna otra prestación, más que la oportunidad de un trabajo por el que obtendrían un modesto salario.
Los trabajos a desempeñar eran propiamente en su mayoría, los dedicados al campo, ya en la siembra de hortalizas, en el chapoleo, el desahíje, etcétera, generalmente los jornaleros eran trasladados a los diferentes ranchos particulares, para entrada la tarde, ser regresados al punto de partida, es decir, al puente de la calle Juárez.
En ese abigarrado grupo de modestos trabajadores mantenses, más de alguno portaba vacío su morral, no llevaba lonche, de tal forma que estaba esperanzado a que entre sus compañeros alguien le invitase un taco, otra esperanza que llevaba en su vacío morral, era que en el campo a donde fuera a trabajar, encontrará algo comestible, nopales, verdolagas silvestres, quelites, o cualquier otra cosa, para traer a su familia, los espacios de descanso en la faena diaria, eran aprovechados para la búsqueda de esos precarios alimentos que la naturaleza provee.
La diaria contratación de esas decenas de trabajadores mantenses concluía poco después de las seis de la mañana, porque las labores del campo así lo exigen.
En ese mismo sitio, custodiado por aquellos barandales de concreto en el puente de la Juárez, ya entrada la mañana, después de las ocho, se reunía otro tipo de trabajadores, en este nuevo grupo se encontraban albañiles, electricistas, pintores, fontaneros, carpinteros, etcétera, su contratación laboral era diferente, a este grupo se le pagaba por el trabajo realizado acorde a su profesión y se les encontraba, hasta antes de las 10 de la mañana cada día.
Esa parte de la historia de El Mante, como muchas otras cosas consideradas folclóricas, han desaparecido paulatinamente, conforme se fue intensificando el grado de inseguridad en esta parte de Tamaulipas, hoy, solo es historia, ya nada de eso existe en esta Ciudad.
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